domingo, 31 de mayo de 2015

La clase de filosofía

En filosofía nos enseñan a pensar, ya sea sobre la vida, el alma, la sociedad, la libertad... Entonces, ¿por qué no reflexionar también sobre la propia clase?

En primer lugar, nuestro profesor. Tiene mucha paciencia, solo por el hecho de aguantarnos. Explica bien. Introduce el tema, después lo desarrolla, a veces con con un ejemplo, y al final nos pregunta para asegurarse de que todos lo hemos entendido. Es algo agradecer.

También es curiosa su forma de explicar, no sé si se da en todos los profesores de filosofía o solo en él, pero es como un actor. Por ejemplo, el otro día dimos a los nacionalistas, y me creía que su espíritu era totalmente patriótico. Después vino la sociobiología, y el sentimiento se fue al garete. Defendía que la sociedad es como es por nuestra naturaleza. En verdad, en ocasiones me resulta algo confuso, porque son cambios tan bruscos en el pensamiento que me cuesta asimilarlos. Pero también es verdad que si no se metiera en su papel, es muy posible que lo entendiéramos todavía menos.

Por otro lado, la clase es divertida. Me acuerdo de los experimentos que hicimos cuando dimos al ser humano, los documentales, las historias y anécdotas... Y en verdad, más de una vez se me ha pasado el tiempo volando, y también he querido que la explicación continuara. Es más, en algunas ocasiones me ha dejado con la intriga en el final, como las series de televisión. Pero también hay que entender que otros tienen que recibir la clase.

Resumiendo, estoy muy contento con la asignatura este curso, y ojalá que el año que viene sea igual. Mientras tanto, disfrutare de lo poco que queda...

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