La
clase de filosofía
En filosofía nos enseñan a pensar, ya sea sobre la vida, el
alma, la sociedad, la libertad... Entonces, ¿por qué no reflexionar también
sobre la propia clase?
En primer lugar, nuestro profesor. Tiene mucha paciencia, solo
por el hecho de aguantarnos. Explica bien. Introduce el tema, después lo
desarrolla, a veces con con un ejemplo, y al final nos pregunta para asegurarse
de que todos lo hemos entendido. Es algo agradecer.
También es curiosa su forma de explicar, no sé si se da en
todos los profesores de filosofía o solo en él, pero es como un actor. Por
ejemplo, el otro día dimos a los nacionalistas, y me creía que su espíritu era
totalmente patriótico. Después vino la sociobiología, y el sentimiento se fue
al garete. Defendía que la sociedad es como es por nuestra naturaleza. En
verdad, en ocasiones me resulta algo confuso, porque son cambios tan bruscos en
el pensamiento que me cuesta asimilarlos. Pero también es verdad que si no se
metiera en su papel, es muy posible que lo entendiéramos todavía menos.
Por otro lado, la clase es divertida. Me acuerdo de los
experimentos que hicimos cuando dimos al ser humano, los documentales, las
historias y anécdotas... Y en verdad, más de una vez se me ha pasado el tiempo
volando, y también he querido que la explicación continuara. Es más, en algunas
ocasiones me ha dejado con la intriga en el final, como las series de
televisión. Pero también hay que entender que otros tienen que recibir la
clase.
Resumiendo, estoy muy contento con la asignatura este curso, y
ojalá que el año que viene sea igual. Mientras tanto, disfrutare de lo poco que
queda...
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